… ¡Queridas hermanas libanesas! ¡Y aún más, queridas nosotras todas, que nos reconocemos en esta dulce y noble familia religiosa de Juana Antida! … Lo sabemos bien también nosotras: los sufrimientos, hoy, no disminuyen sino que aumentan. Y los pueblos que sufren no disminuyen, sino que crecen en número. El sufrimiento atraviesa toda la familia humana, involucrando también nuestra entera “casa común”, ese Planeta, que nos fue dado no para ser destruido sino para ser custodiado.
La humanidad está llamada a pasar del apocalipsis de la destrucción al apocalipsis de la revelación. Del resplandor del fuego que mata al resplandor del Tabor que salva.
Todas juntas, en comunión con el Papa Francisco y con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad de nuestro Planeta, también nosotras queremos implorar al Altísimo la gracia, que llegue pronto el día en el que el apocalipsis de las violencias y de los abusos, de las destrucciones y de las contaminaciones, dejen lugar ¡al apocalipsis del Tabor! También allí, hubo un fulgor de luz, una explosión de claridad, una blancura en las vestes que ninguna lavandera hubiera nunca podido obtener. Allí fue revelada la verdadera descontaminación de nuestra identidad..