Beata Enriqueta Alfieri: El perfil espiritual

La hermana Enrichetta es una figura que llama la atención no sólo de las Hermanas de la Caridad, sino de toda mujer y de todo cristiano que se dedique a la sociedad y a la política. Ella fue capaz de unir su vida como mujer y religiosa de una manera inteligente. Sabía tomar iniciativas y asumir responsabilidades a nivel espiritual y civil y dialogar con diferentes personas.

La hermana Enrichetta estaba dotada de una rica personalidad hecha de cualidades humanas y cristianas, en particular:

  • una inteligencia vivaz e intuitiva, como lo demostró en sus estudios, por su capacidad de resolver con creatividad y dedicación las tareas a ella confiadas por los Superiores, por la habilidad con la que sabe organizar y realizar felizmente y a término las múltiples tareas administrativas y legales, relativas a sus funciones directivas en la Sección Femenina de la Cárcel de San Vittore; como está demostrado en su epistolario y en los escritos varios, los cuales, revelan sensibilidad, intuición y profundidad de pensamiento;
  • una voluntad fuerte y tenaz, que sostuvo a la Hna. Enriqueta al afrontar con coraje y determinación las numerosas dificultades de su vida:
  • un sentido de responsabilidad y autoridad, que ejercita sea como guía de su comunidad religiosa, cuanto en la dirección de la Sección Femenina de la Cárcel; la Hna. Enriqueta interviene muchas veces para defender y sostener lo realizado por las hermanas frente al Director de San Vittore; presenta los pedidos a la Dirección de la Cárcel y al Ministerio de Grazia y Justicia para mejorar la vida de las detenidas y los ambientes de la Sección Femenina: Pediatría Enfermería, Capilla, celdas, comida…; influye notablemente para que las relaciones entre los sacerdotes, los abogados, los médicos, los guardias, las detenidas, lo parientes, estén marcadas por el respeto de la dignidad de la persona y su promoción humana y espiritual;
  • una acogida constante, que es atenta a todos, sin hacer distinciones de suerte; en su corazón encuentran lugar: sus familiares, las Hermanas de su Comunidad y de la Congregación, las detenidas (de las mujeres víctimas de la prostitución, a aquellas marginadas culpables de graves delitos), los detenidos políticos, los hebreos, los partigiani, los comunistas, los fascista…; por este motivo es unánimemente llamada como “Madre” y “Mamá de San Vittore”;
  • una bondad y una dulzura, manifestada por la habitual sonrisa que ilumina su rostro y que parece aclarar el ambiente tétrico de la Cárcel; los numerosos artículos del diario aparecidos después de su muerte y la entrega de la “Estrella de la Bondad”, del Premio de la Noche de Navidad, atestiguan cuan apropiado es el apelativo de “Ángel de la bondad”.

En Milán: el día de la beatificación de la hna. Enriqueta

En Milán, pequeña casa San José: Eucaristía de agradecimiento

En la capilla de la casa San José

Sobre estas ricas dotes humanas están armoniosamente apoyadas algunas típicas virtudes cristianas

  • La fe que respirada inicialmente en su propia familia de personas simples, pero de sólidas raíces cristianas. Entre sus parientes cercanos había tres sacerdotes y tres religiosas, las que precedieron a la Hna. Enriqueta entrando en las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret.

La oración y la vida sacramental, según el testimonio de los familiares, acompañaron toda su vida. La elección de la Vida Religiosa fue guiada por una larga reflexión, en cuanto el padre pidió a María Ángela Dominga esperar algunos años antes de poder realizar el proyecto de vida que consistía para ella en “hacer la voluntad de Dios”.

Dos aspectos, que no son los únicos, pero que aparecen como fundamentales y recorren sus escritos son la Cruz de donde viene la salvación y la Eucaristía de la que viene el alimento para su vida de comunión con el Señor.

A estos se agregan: la unión esponsal con Jesucristo, la imitación del Buen Maestro, la devoción a la Virgen María y la tensión a la santidad.

  • La esperanza es la certeza del hecho que Dios actúa constantemente en su vida. La virtud de la esperanza es una certeza, sobre todos, en algunas actitudes asumidas por la Hna. Enriqueta en momentos particulares de su vida: la enfermedad, la detención, la muerte de los padres, los momentos de prueba… Para la Hna. Enriqueta la esperanza es la capacidad de vivir todos los acontecimientos en comunión con Dios, de tal manera que también el dolor pueda ser transformado y significado del amor de Dios.

Su mirada está fija en la eternidad y en el premio que la espera: esta esperanza es comunicada también a las detenidas para que crezca en ellas el deseo de la propia redención humana y cristiana.

  • La caridad hacia Dios tiene la connotación en la Hna. Enriqueta del abandono “confiado y sereno… total, amoroso…”. Otras actitudes que encontramos en los escritos son los de la inmolación, que se traduce en la entrega cotidiana al Señor y del agradecimiento, también en los momentos más difíciles.

La oración continua constituye el horizonte en el que la Hna. Enriqueta naturalmente vive y radica su intensa vida apostólica.

  • La caridad hacia el prójimo se expresa en un programa que siguió toda su vida y que se encuentra encerrado en una simple pero densa expresión: Esta es repetida muchas veces en sus escritos, en diferentes tiempos y ello subraya la importancia que tuvo para ella: “La caridad es un fuego que quemando ama expandirse; sufriré, trabajaré y rezaré para atraer las almas a Jesús”.

El amor por Jesús, en la Hna. Enriqueta, se convierte en pasión por las almas que hay que atraer a Él; por ello afirma que: “No se puede ser dignas esposas suyas; no se puede ser almas apostólicas si no se es santas”.

Hna.  Wandamaria Clerici y Hna. María Guglielma Saibene

Visita a la exposición, en la comunidad de la casa San José

Icono de la Hna. Enriqueta