Beata Nemesia Valle: el perfil espiritual

Resumir el perfil espiritual de la Hna. Nemesia no es fácil: su rostro expresaba calma, paz, infundía serenidad, incluso cuando su ánimo estaba agitado. Y toda su vida no era más que la suma de muchas cosas normales, las ocupaciones ordinarias, tareas comunes para nada emocionantes. Me equivocaría si buscara en la vida de la humilde hermana Valdostana sucesos extraordinarios hechos y acontecimientos extraordinarios, acontecimientos que demuestren un camino religioso llevando el estandarte de lo excepcional. El testimonio espiritual de la Hermana Nemesia se desarrolla, por el contrario, en lo ordinario, privilegia la dimensión de la cotidianeidad. Su vida es un fuerte mensaje de humildad y de caridad, su fidelidad al carisma, su dedicación a las novicias y a las hermanas están íntimamente ligados a su amor por la Iglesia, que se manifiesta en su ardiente espíritu misionero y en su generosa y feliz voluntad de servir a todos en la Iglesia.

En su itinerario espiritual influyeron múltiples factores: la sólida educación religiosa recibida en la familia, los studios realizados en el Instituto de Besançon y los fuertes vínculos establecidos con las Hermanas de la Caridad de Pont-Saint Martin, la formación adquirida en el noviciado de Vercelli, el encuentro con los grandes maestros del espíritu, por medio de un acercamiento a los textos de Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Vicente de Paúl.

Todo contribuye a desarrollar en la Hermana Nemesia un vivo sensus Ecclesiae, una auténtica pasión misionera y una acción educativa de rasgos realmente incisivos y totalmente adaptados a las necesidades de su tiempo.

Roma: plaza  San Pedro,
el día de la beatificación

Bórgaro

Lugar de la Beatificación

ES EL MISTERIO PASCUAL QUE NOS RENUEVA

Como la existencia de la Hermana Nemesia fue extremadamente simple se desarrolló en sólo dos lugares Tortona y Borgaro y sólo dos actividades: la enseñanza y  la vida religiosa, por lo que la perspectiva espiritual  de donde la Hermana Nemesia se nutre tiene un solo y único alimento teológico  fundamental: el amor de Jesús Crucificado. Y es en la imitación de Cristo sufriente  que radica su concepción del apostolado, de la educación y de la caridad.

El anuncio del Evangelio, la educación humana y cristiana de las nuevas generaciones, el servicio a los pobres, su ansia misionera, la formación religiosa de las novicias se configuran como imitación y seguimiento de Jesucristo, como un compromiso para continuar su obra de redención entre hombres, como participación al misterio de Cristo Salvador y Redentor:  “Deseosísima que Dios sea conocido, amado y servido por todas las criaturas y fuertemente iluminado por el celo por la salvación de las almas – recuerda una de sus alumnas, que más tarde se convirtió en una Hermana de la Caridad –  nos inculcaba  de rezar, para que la fe católica fuese ampliamente difundida, para que Dios tuviese mayor gloria.”

ES LA UNIÓN CON DIOS QUE NOS TRANSFIGURA

Mientras se dividía entre los compromisos y las preocupaciones cotidianas que derivan del servicio a las alumnas, a las huérfanas y a las novicias, fue absorbida también por las tareas y por las responsabilidades relacionadas con el papel de educadora, mientras se prodigaba en la búsqueda de toda forma de ayuda para los misioneros, mientras no perdía la oportunidad de ayudar a los pobres,  a los enfermos, a los encarcelados, la Hna. Nemesia vivía constantemente una intensa participación interior en el misterio de Dios, alimentada por una piedad cálida, tierna espontánea y amable.

Su específica impronta espiritual se manifestaba sobre todo en los momentos de silencio y de oración, al percibir los signos de la revelación de Dios en todo momento de su vida y en el constante mantenimiento de un temperamento benévolo y amoroso, dotado de una común capacidad de   penetración de las almas.

El fuerte deseo de vivir interiormente en la luz y en el consuelo de la presencia de Dios se expresaba en los momentos de recogimiento y oración, y se convirtieron en un motivo y sostén hacia los demás y hacia las vicisitudes de la vida caracterizadas por la mansedumbre singular, alegría, sonrisas no comunes. La atención constante dedicada a discernir las formas más apropiadas de relacionarse el temperamento y al carácter de las personas con las que entraró en contacto y la paciencia incansable de quien sabe dar amplia prueba se unían a una resuelta fuerza de ánimo, que permitió a la  Hermana Nemesia mantener, en diferentes circunstancias, un constante equilibrio y una serena  armonía interior.

Acogió las vicisitudes de la vida y todos los sufrimientos, muchos de los cuales estaban a menudo injustamente ocasionados, con una actitud de sumisión y humildad, actitud que le permitió sonreír ante la adversidad y la ayudó a no exteriorizar las aflicciones y las angustias de su alma.

En la vida espiritual de la Hermana Nemesia, el amor al prójimo se configuraba como la más alta manifestación de su confianza y de su total abandono en Dios, en cuyas manos ponía su voluntad y encomendaba su alma, segura de que todo sufrimiento era una herramienta eficaz para la purificación y la elevación espiritual. En la persona afligida, en los enfermos, en el pobre  en el huérfano, ella contemplaba  el rostro de Cristo sufriente que, a través del sacrificio de la cruz, había restituido a la humanidad entera una oportunidad de salvación.

Dibujo

Icono de la beata Nemesia Valle

GUÍA Y DIRECTOR ESPIRITUAL

Con los años de docente en el Instituto San Vicente de Tortona, y sobre todo en el largo período, en el que se desempeña como maestra de novicias en Borgaro Torinese, la Hermana Nemesia ejercitó una intensa  actividad de guía y de dirección espiritual, a través de entrevistas personales a las jóvenes, en formación, a través de los numerosos escritos dirigidos a las alumnas y a las novicias, a través también de la fluida correspondencia con sus antiguas alumnas, que continuaban pidiendo consejo y ayuda, incluso después de su salida de la escuela y del noviciado.

Sobre todo, la correspondencia epistolar nos permite comprender la base de fondo que impulsó la intensa labor de dirección espiritual realizada por la Hermana Nemesia. Podemos percibir el espíritu de profunda generosidad y comprensión, su amplitud de mirada, su consejo siempre persuasivo y eficaz.

Su temperamento se caracterizó por la bondad profunda y su paciente disponibilidad y comprensión en todo tipo de circunstancias, desde la más benévola a la más cargada de hostilidad, contribuía a hacer de ella una personalidad particularmente dotada de análisis y de orientación de las conciencias.

Podemos decir que la capacidad de escuchar de la Hermana Nemesia y de dar respuestas significativas a los muchos problemas existenciales y a la compleja búsqueda espiritual de las jóvenes recibidas en el noviciado, representa no tanto una habilidad innata o una predisposición natural a las relaciones interpersonales, sino el resultado de un refinamiento espiritual de sus dotes de intuición y de penetración psicológica: por la constante y viva preocupación acerca  del feliz éxito del itinerario humano religioso de las jóvenes a ellas confiadas. 

EXPERTA DE HUMANIDAD

El suyo fue un testimonio de humanidad con matices de delicadeza, sensibilidad, dulzura, respeto, refinamiento. Y, en particular, su estilo educativo estaba también el centrado en la ejemplaridad, en la dulzura, en el diálogo afectuoso; su método privilegiaba la simplicidad, el equilibrio, la fuerza interior y cuidaba la madurez de la personalidad humana y religiosamente maduras.

Para la realización de este fin, la Hermana Nemesia tenía en cuenta los límites de la formación  religiosa tradicional, centrada principalmente en la educación y en la catequesis esencial  y en el ejercicio de las prácticas devocionales. Desde aquí, todo su empeño en hacer madurar en las conciencias juveniles una auténtica apertura a la fe y un vigoroso espíritu de caridad y de apostolado cristiano. También a este fin, la Hermana Nemesia no dejaba nunca de exhortar a sus ex alumnas a mantener siempre la espontaneidad y a cultivar el impulso y la novedad características de los años juveniles, de modo que la monotonía de las tareas cotidianas y el peso de la responsabilidad  de la vida adulta no esterilizasen su testimonio de fe y  su anhelo de caridad con el prójimo.