Cada año, el 25 de mayo, el mundo celebra el Día de África, una ocasión para recordar la historia, la cultura y los retos de este continente: cincuenta y cuatro Estados, más de 1400 millones de personas, una gran variedad de culturas, religiones, lenguas y economías. Y, sobre todo, historias. Muchas. Diferentes. A menudo invisibles. Y no por falta de belleza o valor, sino porque a menudo se ven comprimidas en los estereotipos de la pobreza y la migración.

Anteriormente llamado Día de la Libertad Africana, se instituyó para celebrar el aniversario del nacimiento de la Organización para la Unidad Africana, fundada el 25 de mayo de 1963 en Addis Abeba y convertida desde 2002 en la Unión Africana. El Día de África quiere celebrar los numerosos logros y avances alcanzados en todo el continente, reconociendo al mismo tiempo los retos de cada nación. Porque hay una África de jóvenes, mujeres y hombres que luchan por el cambio, el medio ambiente, la salud, el arte y la cultura.

La Unión Africana nació con el objetivo de eliminar el colonialismo, la dominación extranjera y la explotación del continente, y fomentar la integración política y económica entre los Estados miembros. Está formada por 54 Estados miembros y el Día de África se celebra como fiesta nacional en doce países africanos: Ghana, Malí, Namibia, Zambia, Zimbabue, Angola, Chad, Comoras, Guinea Ecuatorial, Lesoto, Liberia y Mauritania.

Este año, el tema elegido por la Unión Africana es «Justicia para los africanos y las personas de ascendencia africana a través de las reparaciones». Esta iniciativa subraya el compromiso de la UA para hacer frente a las injusticias históricas, entre ellas la trata transatlántica de esclavos, el colonialismo, el apartheid y el genocidio.

Las Hermanas de la Caridad tienen una presencia significativa en varios países de África Central, donde contribuyen a diversas causas sociales y educativas. Las hermanas están comprometidas con misiones centradas en la educación, la salud y el apoyo a las personas vulnerables.

En África Central, su trabajo se centra especialmente en la educación de los jóvenes, la formación profesional y la asistencia en hospitales y centros de salud. A menudo trabajan en regiones marcadas por la pobreza y la falta de infraestructuras, poniendo en marcha programas destinados a mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales.

Su misión es también espiritual, con especial atención al acompañamiento de las poblaciones en su desarrollo personal y comunitario. Integrando los valores cristianos en su enfoque, trabajan para crear un entorno de solidaridad y respeto.

La presencia de las Hermanas de la Caridad también ha favorecido los intercambios culturales y enriquecido las prácticas educativas y sanitarias en los países en los que trabajan. Su compromiso se manifiesta a través de diversos proyectos, a menudo en colaboración con otras organizaciones locales e internacionales.