Las Hermanas de la Caridad del Piamonte han cuidado y curado a los militares heridos,
en los campos militares, en los trenes hospitales y en los Hospitales Militares de las varias localidades

Muchas hermanas prestaban servicio en los varios Hospitales Militares y también en los Hospitales Civiles que han abierto las puertas a los heridos: de este modo en Turín, en Sondrio, en Bolzano, en Alessandria, en Savillano (CN), en Novara, en Busto Arsizio (VA), en Vercelli, en Vigevano (PV) y en Pavia donde el Colegio de la Viscosa fue transformado en Hospital Militar de Reserva…

“La Providencia quiso que las Hermanas de la Caridad prestaran su servicio, dando prueba de una inteligente actividad organizativa, en el difícil periodo de la guerra 1915/18, cuando la Orden Mauriziano, en Turín y en otros de sus Hospitales, generosamente atendía a los heridos de guerra. Se distinguió en aquel entonces la figura de aquella que, de las cincuenta religiosas, empeñadas en un trabajo de caridad que non conocía tregua, en el Hospital Mauriziano de Turín, era el alma y el corazón: la Hna. Virginia Bolla”.

Cuando la guerra llegó a su fin, en 1920, a solo treinta años, la Hna. Virginia será condecorada con la Medalla de plata por su obra en favor de los heridos.

En 1915 vio, decretado por el Ministerio de la Guerra, otro reconocimiento por el servicio prestado por más de cincuenta años en los Hospitales Militares del Reino, la Hna. Maria Rosa Gario que recibió la Medalla de oro sobre todo por su delicadeza y bondad con la cual supo asistir a los soldados heridos en el Hospital Militar de Alessandria primero y de Savillano después.

“Cuantas horas diurnas y nocturnas transcurrió en la cabecera de las camas de los jóvenes soldados heridos! Y con cuanta ternura sabía acompañarlos en una sala operatoria, imprimiendo sobre sus frentes un beso y diciéndoles: “Este es el beso de tu mamá que está lejos”

La Hna. Agata Sozzi que prestó servicio por más de cuarenta años en el Hospital Militar de Alessandria, se distinguió, junto a otras hermanas, por su singular capacidad organizativa, cuando, en 1915, el Hospital llega a ser sede central de toda la organización terapéutica y farmacéutica de los 300 Hospitales sucursales con capacidad de alrededor de 10.000 internaciones hospitalarias.

En los momentos más dramáticos, las Hermanas se movieron entre los heridos, de día y de noche, sostenidas por la fuerza de Solo Dios y animadas por aquella caridad que bien habían aprendido de su Fundadora.

En 1915 también el Establecimiento Balneario-Termal-Militar de Acqui (AL) fue destinado a lugar de convalecencia para los heridos de guerra y, debiendo, en tal caso quedar abierto también en invierno, fue necesaria la permanencia estable de tres Hermanas: entre ellas la joven Hna. Lucia Borroni que vinculará gran parte de su generosa vida apostólica, a este establecimiento Militar y arriesgará la deportación en un campo de concentración en Alemania, por parte de los alemanes, a fines de la Segunda Guerra Mundial, porque fue acusada de haber escondido a soldados italianos…

“Entre los muchos heridos, en la guerra del 1915/1918 estuve también yo – cuenta el Monseñor Amilcare Boccio – Fundador de la Congregación de las Pequeñas Hijas del Sagrado Corazón” de Sale (AL) – y recuerdo con conmoción el cuidado y las atenciones que nos fue dispensada por las buenas Hermanas de la Caridad de Busto Arsizio (VA)… yo era un joven Capellán de los Alpinos: sus atenciones me han curado el alma y el cuerpo…”.

Son solo algunos de los muchos testimonios – orales y escritos – que nos han llegado: todo está escrito en aquel libro que no tiene páginas para hojear.

Hna. Maria Domenica Lorenza y Hna. Maria Grazia Traverso