El 14 de agosto de 2025, víspera de la fiesta de la Asunción de María, la Unión Internacional de Superioras Generales propone
una Jornada de oración y ayuno por la paz,
invocando la intercesión de la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Paz,
a la que están invitadas todas las comunidades religiosas y todos aquellos que deseen unirse.
«En un mundo desgarrado por la guerra y la inhumanidad —en Gaza, Sudán, la República Democrática del Congo, Ucrania, Myanmar, Siria, Haití y tantos otros países heridos por conflictos visibles e invisibles— no podemos permanecer como espectadores silenciosos. Cada día vemos rostros marcados por el dolor, vidas destruidas, pueblos privados de dignidad y paz, especialmente las mujeres y los niños», se expresa en el comunicado.
«Como mujeres de esperanza, arraigadas en la fe y sumergidas en las heridas de nuestro tiempo, sentimos la profunda necesidad de alzar la voz y unir nuestros corazones.
Como mujeres en las fronteras, que caminamos junto a quienes sufren, escuchando el grito de los pobres y de la tierra, tenemos la responsabilidad de construir comunión, proteger la vida y pedir justicia.
Por eso, os invitamos, en un espíritu de comunión y corresponsabilidad evangélica, a uniros en
un acto colectivo de oración, discernimiento y testimonio,
para que la paz no sea solo esperada, sino construida.
Encomendémonos a ella, para que responda con ternura a los gritos de los pueblos y nos enseñe a ser una presencia humilde y profética en los lugares del sufrimiento».
En particular, se invita a las religiosas a:
- Promover momentos de oración y reflexión sobre la Palabra dentro de las comunidades, a la luz de los sufrimientos actuales en el mundo, dejándonos transformar interiormente.
- Comprometerse con las autoridades civiles y eclesiales de sus respectivos países, exhortándolas a abrir caminos de reconciliación, desarme, defensa de los derechos humanos y protección de las víctimas.
- Apoyar actos concretos de solidaridad global, a través de redes de ayuda humanitaria, acogida y testimonio profético en favor de los pueblos más afectados.
«Como mujeres que velan en la noche, seguimos creyendo que incluso en la hora más oscura puede brillar una luz: la luz del Evangelio, de la justicia y de la fraternidad. Juntas invocamos al Dios de la paz, para que podamos convertirnos en instrumentos de su amor, y confiamos este camino a la intercesión de María, nuestra Madre de la esperanza».
María, Madre de la Paz,
en este tiempo herido por la guerra,
te encomendamos a los pueblos desgarrados por el odio,
a las familias divididas, a los corazones rotos por la violencia.
Tú que guardaste en silencio el dolor,
enséñanos a velar, a no cerrar los ojos,
a permanecer junto a quien sufre,
a orar incluso cuando faltan las palabras.
Dona al mundo la paz, Señor Jesús,
no la que se impone con la fuerza,
sino la que nace de la justicia,
del perdón, de la verdad, del amor.
Haznos instrumentos de tu paz:
manos que levantan,
voces que consuelan,
corazones que se abren.
Te rogamos por las mujeres y los niños víctimas de los conflictos,
por los migrantes en fuga, por quienes son prisioneros del miedo.
Te rogamos por quienes han perdido la esperanza
y por quienes siguen sembrando odio.
Haz que nuestro ayuno sea solidaridad,
que nuestra oración se convierta en acción,
que nuestro silencio sea voz para los que no tienen voz.
María, Reina de la Paz,
intercede por nosotros,
para que en cada rincón de la tierra
vuelva a brillar la luz del Evangelio.
Amén.
