La intervención de hermana Mirna y el testimonio de hermana Maria Franca en nombre de la comunidad.

Hay una urgencia…

Acepté con alegría la invitación a participar en el encuentro de la hermana Mirna – del Laboratorio de Ecología Integral – que, el pasado 30 de noviembre, se reunió con mi comunidad de Regina Coeli para reflexionar sobre el tema: «Laudato si’ y nuestra responsabilidad como religiosas, Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida, en el cuidado de la casa común».

Reflexionando, como decía la hermana Mirna, Laudato si’ es una Encíclica revolucionaria porque nos interpela hasta el fondo y nos urge a identificar algunas estrategias significativas para implicarnos en este compromiso ineludible para toda persona sobre la tierra y especialmente para nosotros las religiosas.

Lo que más atrajo mi curiosidad fue la competencia y, sobre todo, el enfoque del tema que se presentó:

  • como un reto para toda la humanidad en términos de fe y opciones operativas
  • como lenguaje abierto y valiente que compromete a todos a comprometerse por un futuro más sostenible e integrador.

Todos los ejes temáticos tienen una importancia fundamental, ya que, al vivir en una sociedad siempre «en red», nada debe sernos ajeno y nada debe dejarnos indiferentes, porque, al ser todos hermanos, nadie puede permanecer inerte ante las cuestiones globales.

Por supuesto, en primera instancia, cada uno de nosotros llega a pensar: «Pero yo, ¿qué puedo hacer ante situaciones paradójicas y bastante pesadas?».

La hermana Mirna, en su intervención, con actitud respetuosa, nos invitó a embarcarnos en un proceso de conversión ecológica, partiendo de las dimensiones fundamentales de nuestra vida consagrada: vida espiritual, comunitaria, apostólica y carismática en sus aspectos más adecuados para dar respuestas significativas a este preocupante momento histórico.

Un proverbio chino dice: «Si quieres que el mundo esté limpio, empieza barriendo el pavimento de tu casa».

Me parece que este proverbio nos ofrece pistas decisivas para encarrilar a quienes han iniciado el proceso de conversión ecológica, y me gusta señalar lo que subrayó la hermana Mirna:

  • vivir una coherencia personal, eligiendo tener poco -las sencillas necesidades de la Madre Thouret- para mirar el mundo con los ojos de Dios y respetar su belleza allí donde vivimos y trabajamos;
  • actuar con una dinámica colectiva, comunitaria, que nos lleve a asumir juntos nuestras responsabilidades y a comprometernos gratuitamente para no seguir desfigurando la armonía del universo, necesitada de cuidados respetuosos;
  • educarnos para trabajar en red con el fin de conocer el bien que se está haciendo, colaborar e identificar las acciones más adecuadas a emprender, sin dejar para mañana lo que podemos hacer, hoy, para cuidar de nuestra «casa común».

Quisiera concluir este breve informe agradeciendo a la hermana Mirna lo que nos ha contado, y desearnos a mí y a mi comunidad que, por intercesión de Juana Antida, seamos cada vez más conscientes de la urgencia de aportar nuestra contribución a una situación mundial que me atrevería a calificar de catastrófica.

Hermana Franca M.

Nápoles, Regina Coeli