Debido a la persistente inestabilidad política, la República Centroafricana se encuentra a la vez como tierra de acogida de refugiados y como territorio del que sus habitantes huyen para buscar seguridad en los países vecinos. Los países vecinos – Sudán, Sudán del Sur, Chad – se encuentran, a su vez, en una situación precaria, provocada por grupos guerrilleros o de bandidos, o por mercenarios.

Según informa Fides – Obras Misionales Pontificias – después de varios años hay más de seiscientos mil centroafricanos que esperan regresar a su país gracias al programa para su repatriación coordinado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en colaboración con el gobierno de Bangui. Se espera que los refugiados centroafricanos que viven en la República Democrática del Congo, Chad y Camerún sean repatriados gradualmente de aquí a 2024.

Miles de refugiados han solicitado asilo en la República Centroafricana, principalmente sudaneses y chadianos. «Lo que estamos haciendo por estas personas es garantizarles la libertad de movimiento en términos de protección y documentación. Además de la asistencia de protección, proporcionamos artículos domésticos, agua, refugio y saneamiento», afirma ACNUR.

La Iglesia católica presta apoyo a migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata de seres humanos a través de la Comisión Episcopal para los Refugiados y Migrantes: «La Iglesia debe estar cerca de los migrantes y refugiados. Muchas personas abandonan este país, a veces no porque lo hayan elegido sino porque se ven obligadas a ello, y la Iglesia, como madre, no puede permanecer hostil a sus hermanos y hermanas», afirma el cardenal Dieudonné Nzapalinga, arzobispo de Bangui y responsable de la Comisión.

En 2023, gracias a la financiación de la Comisión Católica Internacional para los Migrantes, al menos 542 personas recibieron asistencia de la Comisión, gracias a proyectos de educación infantil, apoyo nutricional terapéutico para niños desnutridos, organización de talleres de formación en salud mental y apoyo psicosocial en Bangui, Boda, Bossangoa y Bouar.

Por su parte, las Hermanas de la Caridad están presentes en el ámbito educativo, con escuelas en Bocaranga, Bohong y Bouar, mientras que en Bangui se ha comprado un terreno para construir otra escuela. Para la enseñanza universitaria, se han abierto colegios femeninos, llamados «foyers», para acoger a las jóvenes de las zonas aisladas.

En el ámbito sanitario, se ha abierto un dispensario de atención primaria en Bohong.

En la prisión de Bocaranga, las Hermanas de la Caridad se ocupan de las reclusas.

El servicio a domicilio está organizado por todas las comunidades: asegura la proximidad, la escucha, la toma a cargo.

La pastoral parroquial también es muy animada.

En Berberati, el Centro de Fraternidad Kizito está activo.