Ecos lejanos y cercanos de un ¡Sí!

«Nacimiento – Vejez – Enfermedad – Muerte: la ley inevitable de la vida humana. La tierra y el cielo siguen encontrándose cada amanecer y cada atardecer, las cuatro estaciones Primavera – Verano – Otoño – Invierno se suceden sin cesar, las personas nacen para crecer y luego envejecer y dejar esta tierra para siempre.

El «sí» de una Hermana no sólo se pronuncia en los albores de la vida consagrada, sino que también en la vejez resuena siempre en oraciones susurradas, en pequeños sacrificios en el crepúsculo de la existencia. Sí. Las jóvenes Hermanas de la Caridad vietnamitas pudieron escucharlo, en la plenitud de su vigor, cuando tuvieron la oportunidad de pasar un tiempo con las Hermanas ahora retiradas por su avanzada edad en Laos. Fueron ellas quienes llevaron el carisma de Juana Antida primero a Laos y luego a Vietnam.

La Hermana de la Caridad que en su juventud era enérgica y fuerte, siempre entusiasta y dispuesta a trabajar en el campo de la misión, cuando le fallaron las fuerzas siempre fue una Hermana de la Caridad, en el espíritu de sacrificio, en la oración silenciosa, día y noche, en la mansedumbre de su hablar, en la humildad y sencillez de su estilo de vida. La vida de las hermanas ancianas encontradas por las hermanas jóvenes se convirtió en un maravilloso testimonio de amor en su consagración a Dios y a los pobres, en la plena respuesta de «Sí».

Gracias a Dios, queridas hermanas, por vuestra generosidad y compromiso en ayudar a que la espiritualidad de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret esté presente en Vietnam como lo está hoy. Que la misericordia de Dios, por intercesión de la Santa Madre Juana Antida Thouret, os conceda cada día salud, alegría y paz en el Señor.

Hermana Mary