Julio de 1834, en la Revista de Italia Central: «Estas jóvenes que han dejado las comodidades de la casa paterna, los recuerdos de la historia y de la familia, para soportar tantas penalidades, dispuestas a perder alegremente la vida si fuera necesario, estas víctimas voluntarias de la caridad…».

El periodista de la época hablaba de las Hermanas procedentes de Nápoles y destinadas a la fundación de Módena:

  • Hermana Rosalia Thouret, francesa, superiora
  • Hermana Elena Gruz, saboyana
  • Hermana Cecilia Pellegrino, napolitana
  • Hermana Amalia Amarante, también de Nápoles
  • Hermana Colomba Mercieri, saboyana
  • Hermana Eufrasia Chabrol, saboyana
  • Hermana Carolina Brunet, saboyana.

Debemos a esta comunidad multicultural -Francia, Saboya, Nápoles- la apertura en el Ducado de Módena, más tarde en Roma, y luego en las principales ciudades del centro de Italia, de numerosas comunidades de Hermanas de la Caridad en hospitales, orfanatos, jardines de infancia, conservatorios femeninos, escuelas e internados, hospitales psiquiátricos.

Las décadas de 1930 y 1940, en Italia, se caracterizaron por numerosas iniciativas para modernizar y reforzar los hospitales, incluidos los psiquiátricos, las instituciones benéficas para el cuidado de niños pobres y abandonados, y las instituciones educativas dedicadas a la educación y crianza de la juventud de las clases trabajadoras. En aquellos años, la figura de la hermana hospitalaria era insustituible, de la hermana-educadora encargada de la prevención para proteger a las jóvenes en peligro, que debían reintegrarse gradualmente en la sociedad, de la monja-maestra tanto de las niñas pobres como de las acomodadas.

Contribuyeron a la expansión de las comunidades de Hermanas de la Caridad en Italia Central, por supuesto, las crecientes peticiones de intervención del duque Francisco IV de Módena y las igualmente apremiantes y numerosas solicitudes de los obispos de las diócesis de las Marcas, Emilia y Romaña.

Contribuyeron ciertamente el carácter emprendedor, el temperamento incansable y la gran fuerza de espíritu de la Hermana Rosalía Thouret, sobrina, secretaria y primera biógrafa de la Fundadora de las Hermanas de la Caridad.

Y por último, pero no menos importante, el gran espíritu de sacrificio y abnegación demostrado por las monjas, que en pocos años comenzaron a llegar también del Ducado, sirviendo en los hospitales de Módena, luego Rávena, Reggio Emilia, Ferrara y Faenza.

En todas partes las monjas enfermeras fueron llamadas para mejorar la actividad asistencial y favorecer la reorganización económica y disciplinaria de los hospitales. Se les confió la dirección y gestión operativa de las Salas, con la tarea de supervisar el cuidado de los enfermos, coordinar a las enfermeras, trabajar junto a médicos y cirujanos para registrar y verificar los resultados de los exámenes médicos. Se dedicaba mucho tiempo de la jornada hospitalaria a los cuidados espirituales: lecturas espirituales todos los días en la sala, instrucción en la Doctrina Cristiana, el rosario, por la mañana y por la noche, junto con los enfermos «las oraciones del cristiano», la presencia más asidua junto a la cama de los enfermos en los momentos de agravación y agonía.

También en el plano escolar y educativo, la obra de la Hermana Rosalía Thouret se inscribe en una estrecha continuidad con la experiencia adquirida en Francia e Italia por la Madre Thouret y las primeras comunidades de las Hermanas de la Caridad. Así, en Módena, en Reggio Emilia, en Rávena, en Bolonia, en Ferrara, en Cesena y en Roma, monjas educadoras y maestras fueron llamadas a dirigir escuelas, conservatorios, jardines de infancia, orfanatos.

Como su tía, Hermana Rosalía Thouret supo encarnar un nuevo modelo de vida religiosa femenina, capaz de testimoniar, en una sociedad marcada por cambios rápidos y profundos y por nuevas formas de pobreza y marginación, el sentido profundo de una fe cristiana vivida bajo el signo de la caridad laboriosa y de la atención a los pobres y a los que sufren, con la convicción de que «servir a los pobres significa servir a Cristo mismo».

La ciudad de Módena,

con una celebración eucarística en la iglesia de San Agustín,

donde está enterrada Sor Rosalía Thouret

da gracias al Señor por el 190 aniversario de la presencia de las Hermanas de la Caridad.

Domingo 28 de abril a las 11.00 horas

La víspera, hermana Anna Antida C. presentará la figura de Rosalie Thouret.